sábado, 3 de noviembre de 2007

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"PERROS NO" y "NO SE SIRVE A MENORES DE EDAD" hacía el resto. Al lado de la puerta, la cristalera grande permitía una visión panorámica de la barra y las estanterías colocadas detrás de ellas. Una vieja y grande máquina registradora descansaba en un extremo de la barra. Varios fluorescentes y un ventilador de cuatro aspas colgaban de un techo a medio pintar, las paredes, de verde, sujetaban algunos posters, uno de ellos muy subido de tono que alegraba la vista al personal, casi siempre hombres rudos con poca cultura, que solían frecuentar el local. Aún sí las peleas y alborotos eran escasos. Venían, tomaban posición de la barra y empezaban a chupar como si de esponjas se tratara, a esas alturas sus penas estaban más muertas que la vieja a la que atropelló el camión de la basura la noche pasada, los conductores estuvieron a punto de arrojar el cuerpo al camión pero una patrulla les paró los pies, bonito tema para algún programa de televisión que últimamente gustan tanto a la gente, basura sobre basura. Al parecer la vieja no tenía familiares, ni ná, así que no creo que hubieran llorado su perdida. Me largué de allí antes de que la policía reclutara a varios testigos para pasar la noche en comisaría, aunque fría, prefería mil veces más la habitación donde dormía.

Camino de la pensión una prostituta salió a mi encuentro, su cuerpo delgado y sus ojerosos ojos debido sin lugar a dudas a la droga y la mala vida hicieron que apretara el paso y me alejase cada vez más de aquel lugar. Vagué por interminables

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